Ejercicio físico y cáncer: beneficios, recomendaciones y consejos durante el tratamiento
- Francisco Gómez Almeida
- 27 may
- 3 Min. de lectura

Cuando una persona recibe un diagnóstico de cáncer, es habitual que su vida dé un giro inesperado. Además del impacto emocional y físico de la enfermedad, aparecen muchas dudas sobre qué se puede o no hacer durante el tratamiento. Una de las preguntas más comunes es: ¿puedo hacer ejercicio mientras recibo quimioterapia o radioterapia?
La respuesta, en la mayoría de los casos, es que sí. De hecho, el ejercicio físico puede convertirse en un gran aliado durante el proceso oncológico. En este artículo, te explicamos por qué es beneficioso, qué tipo de actividad se recomienda y cómo empezar de forma segura.
Beneficios del ejercicio físico en pacientes con cáncer
Durante años se pensó que el reposo era la mejor opción para las personas con cáncer. Sin embargo, hoy sabemos que la inactividad puede agravar algunos síntomas y empeorar la calidad de vida. Diversas investigaciones han demostrado que el ejercicio aporta múltiples beneficios durante el tratamiento:
Reduce la fatiga, uno de los efectos secundarios más comunes del cáncer.
Mejora el estado de ánimo, ayudando a combatir la ansiedad y la depresión.
Fortalece los músculos y los huesos, lo que previene la pérdida de masa muscular.
Aumenta la tolerancia al tratamiento, facilitando la recuperación.
Mejora la calidad del sueño y la sensación general de bienestar.
Favorece la movilidad y la independencia física.
Disminuye el riesgo de recaídas en algunos tipos de cáncer, como el de mama o colon.
En resumen, moverse es salud, también durante una enfermedad tan compleja como el cáncer.
Recomendaciones generales de ejercicio durante el tratamiento
Aunque cada caso es único y siempre debe valorarse individualmente con el equipo médico y con los profesionales del ejercicio, existen algunas recomendaciones generales:
Frecuencia y duración
Lo ideal es realizar actividad física entre 3 y 5 veces por semana.
Se recomienda acumular 150 a 300 minutos semanales de ejercicio de intensidad moderada, según las capacidades de cada persona.
Tipos de ejercicio recomendados
Ejercicio aeróbico: caminar, nadar, montar en bici o bailar. Mejora la resistencia cardiovascular y la energía.
Ejercicio de fuerza: usar bandas elásticas, pesas ligeras o el propio peso corporal. Ayuda a mantener la masa muscular.
Ejercicio de flexibilidad y equilibrio: estiramientos, yoga o tai chi. Muy útiles para mantener la movilidad y prevenir caídas.
Importante:
Antes de comenzar, consulta siempre con tu oncólogo o un profesional del ejercicio especializado. Ellos podrán orientarte sobre qué tipo de ejercicio es más adecuado según tu diagnóstico, tratamiento y estado general de salud.
Consejos prácticos para mantenerse activo durante el tratamiento
Incorporar el ejercicio a la rutina diaria no siempre es fácil, sobre todo cuando hay cansancio, náuseas o dolor. Aquí tienes algunos consejos para facilitar el camino:
Escucha tu cuerpo: hay días en los que el descanso será necesario. Está bien. Lo importante es seguir con constancia cuando sea posible.
Empieza poco a poco: no necesitas correr una maratón. Incluso 10 minutos diarios pueden marcar la diferencia.
Establece metas realistas: pequeños logros generan motivación.
Hazlo acompañado: salir a caminar con alguien o unirte a un grupo puede ayudarte a mantener el hábito.
Adáptalo a tus gustos: el mejor ejercicio es el que disfrutas. Ya sea bailar, nadar o estirar con música suave.
En resumen, el ejercicio físico no solo es seguro para muchas personas con cáncer: también puede ser una herramienta poderosa para mejorar su calidad de vida, su estado de ánimo y su recuperación. Lo más importante es adaptar la actividad a las circunstancias de cada persona y no exigirse en exceso. Un paso a la vez, con apoyo profesional y escuchando el cuerpo, puede marcar una gran diferencia.
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